Reflexión: Ante la situación socio-política actual en Senegal
Por desgracia, no es fácil encontrar en los medios de comunicación noticias relativas a sucesos y acontecimientos relacionados con países africanos. Bien es sabido que, lo que llega a los medios de comunicación de masas, lo hace porque pasa el filtro sesgado de agencias de comunicación y otras plataformas que controlan todo lo relacionado con la información internacional.
En este sentido, no debería pasarnos desapercibido lo que está ocurriendo en Senegal, aunque la cobertura mediática en nuestro país sea prácticamente nula. Entre otras cosas porque hay cerca de 80.000 personas de aquel país viviendo en el nuestro -sin contar con el ingente número de ellas que están en situación irregular-.
Nuestro partido, que siempre ha tenido una vocación de mirada “al Sur”,del que forman parte un número no menor de personas afiliadas de Senegal -y otras muchas simpatizantes-, quiere contribuir a terminar con ese “apagón informativo” y, para ello, compartimos estas líneas sobre lo que está pasando, el por qué, sus consecuencias y nuestra valoración y propuestas al respecto.
¿Qué está pasando en el país?
En los últimos días se están dando graves tensiones sociales, con manifestaciones populares en casi todo el país que provocan enfrentamientos violentos entre los manifestantes (la mayoría jóvenes) y las fuerzas de defensa y de seguridad. Esto ha provocado arrestos, así como, en su expresión más dolorosa, la muerte de al menos 16 personas: jóvenes involucrados en las revueltas, miembros de la policía y de los cuerpos de seguridad, y personas que no estaban ni siquiera participando en los sucesos.
Se han producido incendios en domicilios de miembros del gobierno, sedes de partidos políticos, medios de transportes públicos, instalaciones universitarias en Dakar, atracos y saqueos de edificios financieros, comercios y varios organismos públicos, como oficinas de aduanas, juzgados y del ferrocarril.
Milicias privadas, que se desplazan en camionetas, están sembrando el terror en las calles persiguiendo, arrestando, torturando y asesinando a manifestantes sin que lo impidan las fuerzas de defensa y de seguridad del estado.
Se ha cortado la señal de la televisión más seguida del país por incitación a protestas violentas, y se ha restringido por parte del gobierno el acceso a redes sociales y a internet en general.
Por último, el líder de la oposición, Ousmane Sonko, ha sido recluido en su domicilio, que está rodeado por la policía, negándosele cualquier contacto con el mundo exterior (se ha comentado que ha llegado a faltar alimentos a la familia).
¿Por qué está pasando todo esto? ¿Cuál es el origen del problema?
En la raíz del desencadenamiento espontáneo de esta violencia en todo el país, está la condena -a petición de la fiscalía- a dos años de prisión del principal líder de la oposición, Ousmane Sonko, por delito de corrupción de la juventud. Esta condena no sanciona los crímenes por los que había sido denunciado (violación y amenaza de muerte) por la presunta víctima Adji Sarr, sino que Sonko fue absuelto de ellos y condenado por otros que no figuraban en la denuncia, lo que supone una irregularidad manifiesta.
La condena de 2 años -y posiblemente aquí está el fin último de todo este proceso judicial más que cuestionable- impide al opositor presentarse a las elecciones que se celebran dentro de 8 meses. Por eso, la oposición y la mayoría de la población denuncian de manera rotunda, lo que llaman “parodia de justicia “, pues aquella sentencia les parece una manera de instrumentalizar la justicia para eliminar a un adversario político.
Por todo ello, los movimientos juveniles – cuyas aspiraciones a una mejora social, en medio de una crisis económica a consecuencia, entre otras cosas, de la pandemia del COVID, cristalizan en el personaje de Ousmane Sonko- se echaron a la calle para denunciar este otro agravio contra la libertad y reivindicar el derechos de los ciudadanos a una justicia independiente y equitativa.
Las consecuencias de esta situación.
Las consecuencias del panorama descrito son globales.
Se ha producido una gran fractura social, alimentada por un estado de tensión, inseguridad y un clima de miedo ante la posibilidad de represalias y venganzas entre la población, que ya han provocado la muerte de muchos jóvenes; además de la sensación de que muchos de estos crímenes quedarán impunes. Así mismo, los llamados “nervi” pueden constituir una milicia armada descontrolada. De todo ello se deriva que la tan celebrada armonía inter-étnica e inter-religiosa se pueda desmoronar en poco tiempo.
Entre las consecuencias económicas se otea el empobrecimiento de la población, ahondado por los desajustes económicos (bancos cerrados, movilidad humana y de bienes menguada, penurias de productos de primera necesidad y desánimo de los inversores), así como por los efectos negativos sobre el turismo y las expectativas de crecimiento económico. Como es habitual, todo ello golpeará con más fuerza a las familias más vulnerables.
También observamos consecuencias éticas y morales. Entre ellas que, a los ojos de la juventud y de la población en general, se deteriora el principio de imparcialidad de la justicia y, por consiguiente, la autoridad de los dirigentes, así como la desconfianza en el gobierno del país por no respetar el actual presidente Macky Sall y su promesa de no presentarse por tercera vez como candidato en próximos comicios. En paralelo, los jóvenes están dejando de escuchar las llamadas a la calma de las autoridades religiosas, a quienes les reprochan su mutismo a la hora de denunciar las derivas autocráticas del régimen. Se tiene el sentimiento de “apología de la injusticia” (arrestos de opositores, de miembros de la sociedad civil, de periodistas y de activistas, por un lado, y protección de personas afiliadas al partido del régimen que incitan directamente al asesinato de opositores, por otro). Todo eso ha propiciado un ambiente de desafío y desobediencia en los jóvenes.
Sin duda de lo que está ocurriendo se derivan unas claras consecuencias políticas. Entre ellas, la quiebra de la reputación de Senegal como espejo de democracia en África, pues hasta ahora ha sido uno de los faros en el continente en este sentido. El ambiente de tensión es permanente entre el partido del poder y la oposición, así como la porosidad de las fronteras expuestas a posibles infiltraciones de bandas armadas.
Por último, la comunidad internacional se queda al margen y no se está denunciando la situación de violencia policial contra la población, se está manipulando la opinión internacional por los medios de comunicación extranjeros, como ocurre con France 24 TV5 monde, que narra los hechos a favor del régimen, demonizando a los manifestantes o blanqueando a la señora Adji Sarr, por ejemplo.
Nuestras propuestas
Como partido nos caracterizamos por tender puentes frente a los muros que se construyen a menudo en nuestra sociedad, apostamos por el diálogo entre los diferentes actores políticos con vistas a encontrar espacios de solución. Al mismo tiempo, y dadas las características de Senegal, creemos muy importante las mediaciones político-religiosas para conseguir un acuerdo sosegado.
Además, y apelando al respeto de los derechos humanos, como no podía ser de otra manera, pedimos la liberación de los detenidos políticos y la apertura de una investigación imparcial y rigurosa para aclarar y hacer justicia en los asesinatos producidos desde 2021, fecha en la que se inició esta crisis.
También creemos que, por salud democrática, el actual presidente debería renunciar públicamente a presentarse por tercera vez a las elecciones, respetando así la constitución vigente y la palabra que dió. A la vez, habría que permitir que todos los que estén en condiciones de presentarse a las elecciones lo hagan con todas las garantías democráticas, suspendiendo aquellos artículos de la Constitución (L29, L30…), que impiden desde 2016 a los detenidos políticos ser candidatos a las próximas elecciones del 2024.
Por último, creemos necesario fomentar espacios para un diálogo sincero, en el que esté representada toda la sociedad civil y religiosa y que sea inclusivo en vista a una reconciliación nacional.
Somos el partido de la fraternidad, y creemos en la capacidad de las personas, de las instituciones y de la sociedad en general, de conjugar ese precioso valor por encima de cualquier otro interés personal, político o social. Y deseamos que Senegal siga siendo el precioso ejemplo de ello que hasta ahora ha sido.
Augustín Ndour y Equipo de Política Internacional del Partido Por Un Mundo Más Justo