Unirse con los más excluidos para construir un mundo donde los derechos humanos y la dignidad sean universalmente respetados.

Según hemos expuesto en nuestros documentos estratégicos y Programas Electorales, desde el partido Por Un Mundo Más Justo partimos de la base de que todos los seres humanos somos iguales en dignidad, y, por tanto, debemos ver reconocidos nuestros derechos fundamentales. Anteponemos las personas al lucro económico o la nacionalidad y concebimos la política y la economía como herramientas al servicio del ser humano. El respeto a los derechos humanos se convierte por ello para nosotros en la única estrategia social válida para fundar una sociedad cohesionada y sostenible.

El 17 de octubre de cada año celebramos el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza. Podemos preguntarnos, ¿sirven para algo los Días Internacionales? Son una llamada de atención que no podríamos dejar de difundir porque nos señala un año tras otro que existe un grave problema sin solucionar, una cuestión pendiente sobre la que incidir en nuestros gobiernos y estados para que actúen. Celebrado desde 1987 este Día “constituye una oportunidad para reconocer los esfuerzos y la lucha de las personas que viven en la pobreza y para que estas hagan oír sus preocupaciones, así como para reconocer que los pobres se encuentran en la vanguardia de la lucha contra la pobreza”. (Naciones Unidas, Informe del Secretario General, A/61/308, párr. 58).

En este año 2018 el tema elegido para la jornada ha sido “Unirse con los más excluidos para construir un mundo donde los derechos humanos y la dignidad sean universalmente respetados”. Hace ya 30 años fue el sacerdote Joseph Wresinski quien expuso con rigor por primera vez el vínculo directo entre los derechos humanos y la extrema pobreza e hizo un llamamiento -el 17 de Octubre de 1987-, para luchar contra esta lacra superable por nuestras sociedades, dando origen con él a un nuevo Día Internacional de Naciones Unidas.

Este año se cumplen además 70 años desde la proclamación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos por la Asamblea General de las Naciones Unidas, una declaración que hoy sigue conservando toda la fuerza y pertinencia. Gracias a ella, y a los compromisos asumidos, se ha avanzado hacia la consecución de un mundo más justo; sin embargo, hoy en día, los Derechos Humanos están siendo amenazados en muchos contextos de nuestra aldea global, donde se cuestionan los valores universales de dignidad humana, igualdad y justicia.

La pobreza es causa de violaciones de los derechos humanos –civiles, políticos, económicos, sociales y culturales-, y las personas pobres se ven expuestas diariamente a ver su dignidad pisoteada y su situación de desigualdad justificada por discursos políticos y económicos que ponen por encima de la dignidad de las personas cuestiones como el dinero o la nacionalidad. Si la perdurabilidad en este 2018 de la extrema pobreza representa una violación de los derechos humanos, estamos obligados a desmontar las políticas que perpetúan las situaciones de exclusión en cualquier contexto social y cultural. Esto significa que no basta la búsqueda del crecimiento económico o el aumento de los ingresos per cápita para abordar esta cuestión mundial, sino que debemos considerar la importancia de reconocer y hacer que se reconozca la dignidad de cada persona y se tengan en cuenta sus capacidades, elecciones y necesidades para el disfrute de los derechos fundamentales.

Nos unimos como partido Por un Mundo más Justo (M+J) a la Alianza Española contra la Pobreza, formada por más de mil organizaciones de diversa procedencia y sensibilidad – ONG, movimientos sociales, sindicales, ecologistas, religiosos, y de la sociedad civil en general –, y nos sumamos para apostar por un objetivo común alcanzable: acabar con la pobreza mundial y las desigualdades sociales.

Sani Ladan en el Parlamento Europeo, Vice-presidente de la Asociación Elín y estudiante de Relaciones Internacionales

Queremos difundir este impactante testimonio de Sani Ladan, que el pasado 10 de octubre comunicó en el Parlamento Europeo su experiencia de migración a Europa desde Camerún. Hacía mucho tiempo que no escuchábamos un mensaje tan potente y constructivo frente a la xenofobia, el miedo y la intolerancia. ¡Gracias Sani!