El poder de las palabras ... también para la salud mental
Las palabras tienen un gran poder y un espacio protagonista en nuestra vida. Nos comunicamos, en gran medida, a través de ellas. A lo largo de un día, recibimos cientos de mensajes con palabras orales y escritas en conversaciones, noticias, dispositivos electrónicos, libros, publicidad… Estamos rodeados de palabras y el uso que hagamos de las mismas puede cambiar el ambiente, el mensaje emitido o recibido, dar un determinado sentido u orientación a nuestras vidas. Los que participamos de la política, bien sabemos que, incluso, pueden transformar la realidad y crear otras nuevas.
Pero, ¿qué sucede con las palabras que tienen connotaciones negativas, las que estigmatizan, las que asustan, las que producen rechazo? En muchos ámbitos de nuestra existencia (“negro”, “gitano”, “comunista”, «pijo», “pobre”…), incluido el de la salud mental: esquizofrenia, trastorno bipolar, brote psicótico, trastorno límite de la personalidad, crisis de ansiedad, depresión, suicidio, etc.
Las palabras en sí son una construcción inacabada, sin embargo, el valor que le demos a cada una de ellas llenarán de significado al término empleado. Podemos utilizar una palabra de manera neutra que, simplemente, describe una situación, o podemos darle un valor peyorativo e hiriente hacia otra persona.
Cuando hablamos de salud mental, hay palabras tabúes, palabras que cuesta pronunciar y sobre todo, que cuestan asimilar cuando se dicen en primera persona o en alguien del entorno cercano. No es lo mismo hablar de brote psicótico como algo que ocurre a ciertas personas de la sociedad, a hablar de esta realidad como algo que está atravesando un familiar o un amigo.
Hay realidades sociales que merecen visibilidad y un conocimiento en profundidad, un camino imprescindible para desestigmatizar y romper prejuicios limitantes y dañinos. Un trastorno mental no define a una persona; aún así, en nuestra sociedad, determinadas ideas están muy arraigadas en nuestro imaginario. Escuchar hablar de esquizofrenia o bipolaridad, hace que muchas personas lo asocien a peligro, violencia, situación impredecible… Pero el gran desafío que tenemos como sociedad es ver más allá de la etiqueta.
En ese sentido, desde el Equipo de Salud Mental de M+J, creemos fundamental:
1 – Considerar a la persona más allá de sus circunstancias y/o su historia. Porque, en el caso de las personas con problemas de salud mental, sus dificultades -que ya de por sí repercuten en el desarrollo de su vida y le pueden ocasionar inconvenientes y limitaciones- no forman parte de su identidad más profunda. En contra, cuando la sociedad estigmatiza a alguien por su salud mental está añadiendo una carga extra a esta persona y seguramente superar ese obstáculo será muy difícil.
2 – Reforzar el papel de las personas del entorno de alguien que tiene problemas de salud mental. Las mismas ocupan un lugar esencial en el proceso de recuperación e inclusión social de la misma. Familiares, compañeros de trabajo, amigos, vecinos…, pueden ser un apoyo cuando son capaces de poner en el centro a la persona desde la escucha, comprensión y empatía, dejando a un lado los prejuicios. Los prejuicios nos hablan de colectivos, generalizaciones… Cuando una persona interactúa con otra, hay una situación particular y única, una historia de vida irrepetible que no tiene cabida en ese cajón sin fondo que es el estigma.
Por todo ello proponemos:
- A las administraciones: invertir en campañas de sensibilización para acabar con los estigmas que envuelven a los términos que designan problemas en la salud mental;
- A las instancias sanitarias: revisar el lenguaje utilizado en los diagnósticos de trastornos y enfermedades relacionadas con la salud mental, intentando siempre encontrar los que provoquen menos prejuicios o, añadir siempre las explicaciones necesarias de los mismos para que no generen rechazos, prejuicios o miedo en quienes lo padecen, sus entornos cercanos y el resto de la sociedad;
- A los medios de comunicación social: consensuar un código de buenas prácticas para que, todas las noticias referentes a este ámbito social, no incidan negativamente en las personas que padecen trastorno mental, alimentando generalizaciones, visiones sesgadas, morbosas, o acentúen lo circunstancial de los seres humanos olvidando la primacía de su dignidad;
- Al sistema educativo: incluir en el currículum educativo un temario relacionado con la salud mental y los diferentes trastornos mentales. La visibilización y conocimiento de ello es un paso esencial para desestigmatizar esta realidad;
- A la sociedad en general: que contribuyan a restar connotaciones negativas a las palabras que se asocian a temas de salud mental, pongan a las personas que las viven por encima de dichas palabras y den pasos para romper con las inercias que generan incomprensión o estigma;
- Y a las personas que padecen o pasan por situaciones relacionadas con problemas de salud mental: que denuncien con valentía las prácticas inadecuadas en la formulación de sus diagnósticos o el uso que de ellas haga la sociedad, y que demanden un comportamiento a todos que sea respetuoso y constructivo en relación con sus circunstancias.
Equipo de Salud Mental de M+J