Por Un Mundo Más Justo (M+J) quiere por medio del presente texto mostrar su profunda solidaridad con el pueblo venezolano; por el sufrimiento que viene padeciendo desde hace años, que se ha agudizado progresivamente, y en medio de las dificultades actuales para encontrar soluciones.
Manifestamos nuestra preocupación por la forma en la que se ha despojado a la Asamblea Nacional de su poder legislativo, por la erosión de las libertades y derechos civiles en Venezuela y por los graves problemas económicos y sociales que vive el país. La falta de alimentos y medicamentos, hiperinflación descontrolada, delincuencia y violencia en las calles y un éxodo de 2,3 millones de venezolanos fuera de su país según datos de la ONU, son la prueba patente de que el régimen actual es incapaz de hacer frente a la situación.
Tras la autoproclamación del diputado Juan Guaidó como “nuevo presidente interino” de Venezuela el 19 de enero, la tensión crece a medida que el presidente Nicolás Maduro se queda más aislado. España reconoció a Guaidó el pasado lunes sin contar con el respaldo unánime de la Unión Europea. Suecia, Países Bajos, Letonia, Lituania, Dinamarca y República Checa se han unido ya a España, Francia, Alemania y Reino Unido en su posicionamiento a favor del líder opositor, pero se siguen manteniendo en contra de esta posición gobiernos como los de Grecia e Italia.
Una transición negociada basada en la convocatoria de elecciones democráticas es esencial para lograr un sistema político representativo y permitir el apoyo internacional organizado para la asistencia humanitaria primero y sentar las bases de una recuperación económica después. Por Un Mundo Más Justo (M+J) cree que los siguientes son objetivos irrenunciables a considerar por la Unión Europea –por España en particular-, en la coyuntura actual:
1) No cejar en el empeño de lograr una posición unánime de la Unión Europea en un problema tan complejo como este, más necesaria que nunca para ejercer una efectiva presión internacional.
2) Mantener la apuesta de resolución del conflicto por la vía diplomática. El propio secretario general de la ONU, Antonio Guterres, ha dado su respaldo a la reunión sobre Venezuela de esta semana en la capital de Uruguay, Montevideo, y se ha posicionado a favor de los intentos para buscar una salida negociada a la crisis. En esta mesa de negociación participarán un representante de la UE, ocho Estados miembros (Alemania, España, Francia, Italia, Portugal, Países Bajos, Reino Unido y Suecia) y varios países latinoamericanos como Bolivia, Costa Rica, Ecuador y Uruguay.
3) Garantizar el respeto a los derechos humanos. La Unión Europea tiene previstas nuevas sanciones para el régimen de Maduro; es fundamental asegurar que estas sanciones no son aprobadas en contra del pueblo venezolano sino en perjuicio exclusivo de las personas que tienen una responsabilidad especial en el uso de la violencia o en la obstrucción de los procesos democráticos.
4) Facilitar de manera urgente y eficaz la aprobación, entrada y distribución de la ayuda humanitaria a través de las fronteras venezolanas. La Unión Europea ha aprobado por el momento un programa de 50 millones de euros y está considerando su incremento en función de los próximos acontecimientos. Todas los países deben estar preparados para apoyar un período de transición con ayuda financiera, tanto bilateral como multilateral.
5) Asegurar la asistencia debida a los migrantes venezolanos en los países de la región y en los propios países europeos. Cerca de un millón de venezolanos se han asentado ya solo en Colombia y unos 35.000 cruzan cada día la frontera común a menudo para comprar bienes de primera necesidad.
Queremos hacer nuestras las palabras conclusivas del informe sobre la situación de 2018 de la organización independiente ICG, con sede en Bruselas: “La tragedia en Venezuela es enteramente una creación humana, el resultado de decisiones políticas y económicas desacertadas y la determinación de líderes individuales de aferrarse al poder. Venezuela tiene los recursos, naturales y humanos, para recuperarse, pero no podrá hacerlo sola. Si alguna vez este fue un problema puramente de los venezolanos, ese momento ya pasó. Los gobiernos regionales y la comunidad internacional deben sacar a relucir lo mejor de su habilidad diplomática, sus recursos materiales y su capacidad institucional para ayudar a resolverlo.”