Estamos bloqueados
El mundo está bloqueado
Quién lo desbloqueará
El desbloqueador que lo desbloquee
Un mundo más justo conseguirá.
Bloques.
Hay palabras que toman una relevancia inusitada. Ésta va camino de convertirse en la “palabra del año”. Y los actuales comicios electorales que estamos viviendo lo avalan.
Desde muchos lados se alimenta la constatación de que nuestro mundo está dividido en bloques: económicos, militares, ideológicos y geoestratégicos. Y algo parecido en el panorama nacional. Es algo, además, que hunde sus raíces en procesos de hace décadas -la guerra fría, el bipartidismo…-.
Pues bien, para mí, no es una buena noticia.
Los bloques per se no tienen por qué ser malos. Pero, hoy en día, creo que en términos políticos “bloques” suena a “enfrentamiento”, a lucha entre enemigos irreconciliables, a estrategias de aplastamiento del opositor, considerado casi encarnación del demonio o del mal. Obviamente, no toda la ciudadanía ni siempre lo vive así. Pero pulsando la calle y los espacios públicos y políticos en los que estoy, son excepciones aquellos en los que no se participa de la lógica de la división, la polarización y el enemiguismo.
Dicho esto, ¿hay alternativa? ¿Hay solución? ¿O estamos abocados sin remedio a las consecuencias trágicas que conllevan esta dinámica demencial y destructiva, como ya sabemos por otros momentos de nuestra historia? Lo bueno es que, aquí, encuentro un ámbito donde las personas “de a pie”, tenemos la posibilidad de “darle la vuelta” a dicha historia. Y eso comienza por identificar dónde radica esta tendencia.
Una de las raíces: la actitud de superioridad.
La realidad es poliédrica. Es una afirmación que suelo hacer con frecuencia. La “verdad” nos llega filtrada y, por lo tanto, con matices y definiciones diferentes. Incluso rayando lo contradictorio. Pero todo eso no tiene por qué ser para nada dañino, si se vive con naturalidad, humildad y apertura al resto de perspectivas de esa realidad.
Lo que lo convierte en pernicioso es cuando se vive con actitud de superioridad -moral, histórica, identitaria, ideológica-, que es la de aquellos que creemos que tenemos razón, que nuestra visión es incuestionable y que, por lo tanto, los que piensan de forma diferente están equivocados. (Ejemplos tenemos a patadas: los “rusos” y los “americanos”, los orientales y los occidentales, los capitalistas o liberales y los socialistas o comunistas, los de “izquierda/extrema izquierda» y los de “derecha/extrema derecha”, los independentistas y los constitucionalistas… ¡Y los del Real Madrid y los del Barcelona!).
Yo mismo no me siento a salvo de esta tendencia, que creo que está muy arraigada en el ser humano. Pensemos cada uno en nuestra propia historia, y en lo complicado que nos resulta cambiar de parecer una vez nos hemos hecho partícipes de una determinada idea/ideología/convicción. Más bien, nos surge el “enrocamiento” en los propios pensamientos. A veces, incluso, justificados por una mal entendida necesidad de ser “fieles a los propios principios”.
Pero, si vamos por la vida creyendo tener razón en todo… si nos mantenemos en esa forma de “endiosamiento”, poco espacio le damos al encuentro con el diferente y a la construcción en común de algo mejor. Más bien alimentamos el odio, las fobias (también a las siglas, a las personas con nombre y apellidos, a las creencias, a los rivales ideológicos), el revanchismo o, simplemente, la deshumanización.
Generar espacios liberados de bloqueos
Ante ello, creo que es urgente trabajar para generar espacios liberados de esta actitud. Y ahí es donde tú y yo podemos actuar desde ya -en los grupos de whatsapp, en las cenas entre amigos, en las conversaciones de ascensor, en las elecciones generales…-, manteniendo una sana actitud de cuestionamiento hacia lo propio, y de escucha humilde y profunda ante los pensamientos ajenos.
En Por Un Mundo Más Justo también estamos necesitados, cómo no, de ese trabajo por “desbloquear”. Todos nuestros cabezas de lista provinciales, los componentes de las listas al Congreso y al Senado, nuestra generosa candidata a la Presidencia del Gobierno, Raquel Torrejón también tenemos que vivir en la tensión de vencer egos, de no creernos superiores ni sentirnos depositarios de la “fórmula mágica” que trae la solución a todos los problemas.
Pero, no es menos cierto que, una enorme parte de nuestras energías como partido político se las está llevando el construir desde ahí, desde el deseo de conectar la buena gente –que es nuestro lema de campaña – que hay en todos los espacios y ámbitos, también en los ideológicos, o, como perfilaba alguien el otro día, de conectar “con lo bueno de la gente”, una vez dejamos al margen muchas “capas de cebolla” que a todos nos envuelven. Porque de ahí, es de donde surgen buenas políticas, buenas economías, buenas estrategias sociales, buena humanidad. Desde ahí, es donde surgen los cambios estructurales y sólidos que hacen brotar el «mundo desbloqueado» que tanto necesitamos.
Luis Antonio Rodríguez Huertas, afiliado M+J Granada
PD: Te propongo un sencillo ejercicio personal para dar pasos para ser “agente antibloqueos”;) Respóndete a estas cuatro preguntas:
1 – ¿Puedes sacar algo bueno del partido-bloque ideológico que más rechazo te provoca?
2 – De alguno de esos líderes políticos que para ti encarnan “lo peor” de la sociedad… ¿rescatas alguna idea, intención o característica que pueda ser aprovechable?
3 – ¿Te ves capaz de autocuestionarte cayendo en la cuenta de pensamientos-afirmaciones que defiendes desde la actitud de superioridad o soberbia?
4 – ¿Consideras “útil” apoyar una opción que apuesta por el “antibloqueo político”?