Las deficiencias en el proceso de vacunación anticovid-19 y sus nefastas consecuencias a nivel mundial


Ante las sucesivas variantes del Covid-19 que vienen surgiendo en intermitentes oleadas, y que renuevan y acrecientan el peligro, para todos los habitantes del planeta, de una enfermedad que es en muchos casos mortal o invalidante, desde el partido Por Un Mundo más Justo sentimos la obligación moral de manifestar públicamente nuestra posición al respecto.

Consideramos evidente que la causa primordial de estos recurrentes fenómenos de mutación del virus radica en la escasez de vacunación, cuando no su total ausencia, que padece casi la mitad de la población mundial, sobre todo en gran parte de países que se caracterizan por una mayoritaria situación de pobreza y una escasa protección sanitaria. Estas circunstancias son las que dejan campo libre al virus para diversificarse genéticamente y expandirse con rapidez, lo cual constituye un gran peligro en principio para los habitantes de dichos países, pero también para los del resto del mundo.

Tras unos primeros momentos de desconcierto y decisiones unilaterales con la aparición de la pandemia del COVID-19, fue recorriendo y creciendo a nivel mundial una reacción que en principio tenía un carácter casi revolucionariamente solidario. Con un sensato diagnóstico de la situación, se tenía conciencia de que, en este tema, nadie iba a estar a salvo hasta que TODOS lo estuviésemos: “El mundo entero seguirá siendo vulnerable al virus hasta que los países con los sistemas de salud más débiles también estén protegidos. Estamos todos juntos en esto. Nadie gana hasta que todos ganen” (UNICEF) (https://www.unicef.es/noticia/mecanismo-covax-vacunas-contra-la-covid-19-para-todos)

Y así, en la primavera de 2020 se creó el ACT-A, un acuerdo de colaboración mundial entre gobiernos, organismos sanitarios y científicos, organizaciones de la sociedad civil, sociedades filantrópicas, etc., para acelerar el desarrollo, producción y acceso generalizado a los medios de diagnóstico, tratamiento y vacunación para combatir la enfermedad. Todo ello surgía de una perspectiva nueva, global, basada en el convencimiento de la necesidad de salvaguardar a toda la población del planeta, dadas las perspectivas de un peligro generalizado que no entendía de fronteras ni desniveles económicos. Con respecto a la fase de vacunación, como mecanismo de actuación del ACT-2 se creó la plataforma COVAX , dedicada a garantizar a todas las personas, a escala mundial y con independencia de su nivel de ingresos, un acceso rápido, justo y equitativo a las vacunas contra el coronavirus.

Sin embargo, lo que empezó como un proyecto de solidaridad no ha estado a la altura de sus expectativas. Según la propuesta inicial, este sistema podría ponerse en funcionamiento de manera bastante sencilla contando “con suficiente voluntad política y financiación del sector público”. Pero Covax carecía de ambas cosas. Para funcionar, necesitaba la cooperación de los gobiernos ricos. Y éstos han estado casi únicamente atentos a comprar todas las vacunas posibles para proteger a sus propios ciudadanos. El resultado es que, mientras los países ricos administran dosis de refuerzo, el 98% de la población de los países de bajos ingresos, miles de millones de personas, sigue sin vacunar, enfrentándose a olas devastadoras de covid-19 y constituyendo un ideal campo de cultivo para nuevas variantes.

Es una cuestión, por supuesto, primeramente, de humanidad y de justicia. Pero, además, lo es de simple y básico sentido común e inteligencia colectiva: Se sabe con certeza que la única salida del problema de la pandemia, también para el llamado ‘primer mundo’, es que esté vacunada una inmensa mayoría de la población mundial. Es inquietante que se disponga antes el cierre de comunicaciones con determinados países que la puesta en marcha de medidas urgentes para generalizar con éxito la vacunación a nivel global.

Necesitamos un liderazgo global para aumentar la producción de vacunas y lograr la equidad de la vacunación. Pero, mientras tanto, desde el Partido Por Un Mundo Más Justo instamos al gobierno de España a las siguientes actuaciones, recientemente aprobadas en una Proposición No de Ley respaldada por UNICEF:

– Que se considere como objetivo prioritario la distribución justa y equitativa de vacunas anticovid-19 en todo el mundo, sobre todo en países de ingresos bajos,
– Que se impulse un aumento de la producción de vacunas, mediante la eliminación provisional de las respectivas patentes como medida excepcional (propuesta lanzada hace unos meses por el presidente de Estados Unidos Joe Biden.
– Que se incentive el aumento mundial de la financiación necesaria para adquisición de vacunas y suministros sanitarios.
– Que, tal como el propio Gobierno ha manifestado, se priorice la cooperación internacional entre países que vayan en esta dirección y se siga animando a profundizar en ello.

Como acabamos de refrendar en nuestro Congreso Nacional celebrado el fin de semana pasado, nuestra política se caracteriza, entre otras cosas, por hacer propuestas valientes desde el rigor y la búsqueda de la fraternidad. Hoy, estamos seguros de poder afirmar –rigurosamente- que el final de la pandemia es posible si se vacuna a toda la población mundial por igual. Y esa sería una hermosa manifestación de fraternidad universal.
Pongámonos a ello.

Partido Por Un Mundo Más Justo (M+J)