Repercusiones sociales de la erupción del volcán de La Palma

La isla de La Palma se calcula que se formó hace unos 2 millones de años por una erupción volcánica. Todas las Islas Canarias tienen este origen, son puntos calientes de vulcanismo en el océano Atlántico por los que emergió el archipiélago del fondo oceánico. Las islas más occidentales, El Hierro y La Palma son las que tienen una formación más reciente y por ello registran una mayor actividad volcánica. En La Palma, existen registros de 9 coladas de lava históricas (1430, 1585, 1646, 1677, 1920, 1936, 1939, 1949 y 1971) con las que se ha calculado la media de que cada 60 años ocurre un fenómeno volcánico (IGME, 2015).

La erupción actual se produjo el 19 septiembre de 2021 en el volcán de Cumbre Vieja, ubicado en la vertiente suroriental de la isla y vino adelantada por un enjambre sísmico en el sur una semana antes.

Se registraron más de 3000 seísmos antes de la erupción con un desplazamiento desde el sur de la isla hacia el oeste según se iban mostrando a menor profundidad (IGN, 2021).

Estos avisos permitieron a la población y a las autoridades establecer un plan de emergencia y estar preparados en caso de erupción. El comité científico del Plan de Prevención del Riesgo Volcánico en Canarias (Pevolca), mantenía el aviso amarillo de alerta volcánica en la isla y permitió evacuar a la población con la erupción del volcán.

No es por tanto un “hecho sorprendente” para la población de La Palma la erupción del volcán y la producción de coladas de lava. No obstante, no porque sea más o menos probable, los resultados de la erupción son catastróficos para los habitantes que han visto sepultados sus hogares, sus tierras y sus cultivos por las coladas de lava.

El volcán se encuentra en un entorno rural, que componía el Parque natural de Cumbre Vieja y Teneguía creado en 1987. Esto ha provocado la pérdida de numerosos organismos que habitaban en la zona y comunidades vegetales como la del pino canario (Pinus canariensis). Con el descenso de la colada no solo se han arrasado suelos forestales y de matorral sino también suelos con uso agrícola como huertos o cultivos leñosos (predominando la vid) y espacios residenciales. El impacto social, ambiental y económico es muy grande, nos encontramos ante una catástrofe natural.

Ante ella, desde el partido M+J nos solidarizamos de manera incondicional con toda la población afectada de la isla de La Palma y somos conscientes de la necesidad y la urgencia de tomar medidas oportunas para paliar las pérdidas ambientales, sociales y económicas generadas por la erupción del volcán y las coladas de lava que han sepultado los hogares y medios de vida de muchos palmeros.

• Apoyamos las medidas tomadas por el Gobierno:

    • Declaración de la isla de La Palma como zona catastrófica y concesión de 10,5 millones de euros para la compra de viviendas a los afectados por el volcán.
    • Real Decreto-Ley de medidas urgentes de apoyo a La Palma, que contempla Subvenciones y ayudas directas para paliar los daños en viviendas, locales, entornos productivos y medio ambiente y actuaciones de apoyo e impulso a la reconstrucción económica, laboral y social de la isla.

• Instamos a los organismos públicos a que pongan todos los medios a su disposición para agilizar y simplificar los trámites para que estas ayudas lleguen a sus destinatarios lo antes posible, pues cada día cuenta.

• Instamos a las aseguradoras y al consorcio de compensación de seguros a tramitar con la debida diligencia los siniestros declarados, favoreciendo en cualquier caso la situación de los afectados.

• Instamos a que, teniendo en cuenta el mapa geológico y las zonas más probables de paso de coladas, se evite volver a recalificar esos terrenos y, así, se construya en zonas con poca probabilidad de afectación. Está claro que la naturaleza es caprichosa, pero con la información que se tiene se puede intentar minimizar los daños futuros.

• Creemos, también, que es urgente encontrar una solución al “problema de la reconstrucción”: las pólizas de seguro cubren la reconstrucción de la vivienda en el mismo lugar en que se ha destruido, pero esto no será posible en la isla de La Palma, pues la lava ha dejado completamente impracticables y sin servicios esos terrenos. Deben ser los Organismos Gubernamentales quienes obliguen a las compañías aseguradoras a aceptar la reconstrucción en una ubicación viable y completar la diferencia de valor de la vivienda reconstruida con respecto del valor residual de la vivienda destruida.

Si algo nos caracteriza a M+J es que sabemos de la capacidad del ser humano de rehacerse, de reconstruir, de apostar por la búsqueda de soluciones a los problemas que se presentan (Los palmeros y palmeras están siendo ejemplo de todo ello) y hacerlo desde una mirada de derechos y de solidaridad. En esta ocasión reafirmamos ese convencimiento: entre todas las partes implicadas se pueden paliar los efectos dramáticos del volcán de La Palma, tanto los ecológicos como, por supuesto, los humanos y sociales.

Equipo de Ecología de M+J