Vulnerar los derechos humanos, atacar la fraternidad.

“Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están
de razón y conciencia,
deben comportarse fraternalmente los unos con los otros

Declaración Universal de los Derechos Humanos, Artículo 1

 

El 10 de diciembre volvimos a celebrar el día de los Derechos Humanos, instaurado como tal dos años después de la aprobación de la Declaración Universal de 1948. Esta vez, por tanto, se cumplió su 70 Aniversario.

Los derechos humanos son derechos inalienables y que pertenecen a todos los seres humanos, sin importar su raza, sexo, nacionalidad, lengua, religión, origen étnico o cualquier otra condición.
Pues bien, después de 70 años, en España éste ha sido uno de los que más hemos vulnerado la Carta Magna. Este año que termina muchos lo recordarán por la pandemia del COVID 19,  pero también por la vulneración sistemática de los Derechos Humanos. Esto se ha plasmado explícitamente en la aplicación de decisiones políticas, jurídicas y administrativas vulneradoras de los derechos fundamentales de las personas migrantes en España.

En este sentido, Canarias, donde 1.500 personas han malvivido durante semanas bajo carpas precarias y sobre el suelo, ha sido en estos últimos meses -como lo fueron en otro momento Lampedusa o Lesbos-, un auténtico ensayo de una Europa que olvida sus principios fundamentales de acogida, fraternidad, protectora y defensora de los DDHH.

España, que ratificó esta declaración, reforzada a su vez por el Pacto de Derechos Civiles y Políticos, y por otros convenios y tratados como el de no discriminación, ha intentado en estos meses dar cobertura legal a las “devoluciones en caliente” al introducir la disposición adicional 10ª de la Ley de extranjería que contempla los rechazos en frontera. Sin embargo, ni siquiera la modificación de la Ley de Extranjería (LOEX) o la sentencia del Tribunal Constitucional (TC) pueden dar respaldo jurídico a estas prácticas, ya que vulneran el Derecho Internacional de los Derechos Humanos y no respetan los requisitos enumerados por la propia sentencia.

Desgraciadamente, las devoluciones en caliente no son el único “agujero” respecto al binomio migraciones-derechos humanos. Decepcionante ha sido el paso atrás dado en materia de CIEs. El vaciarlos durante el confinamiento fue una prueba material de la inutilidad de una institución tan poco respetuosa con la dignidad humana. Pero, en lugar de seguir en esa línea, se ha vuelto a privar de libertad a personas en ellos e incluso se ha dado vía libre a la construcción del nuevo CIE de Algeciras. Y para cerrar este catálogo de despropósitos -aunque hay muchos más ejemplos- nos encontramos en la actualidad con la desastrosa gestión de la acogida de las personas que están llegando a nuestras costas canarias en los últimos meses.

Aún cuando la declaración afirma que “todos los seres humanos nacemos libres e iguales en dignidad y derechos”; que estamos “dotados de razón y conciencia”, y que, por tanto, debemos comportarnos “fraternalmente los unos con los otros”; que “toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado” y que “toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país”…sin embargo, después de 70 años celebrando este día, sigue habiendo entre nosotros ciudadanos a los que se les aplica y pueden gozar de estos derechos, y  personas a los que no: los migrantes pobres e irregulares, que por supuesto, ni siquiera son considerados ciudadanos y, a veces, después de lo visto y vivido, incluso uno llega a dudar de que sean considerados personas, ya que para ellos estos derechos no son aplicables directamente, a no ser que observadores y defensores denuncien su incumplimiento.

Jamás debemos dejar de valorar que las personas migrantes son titulares de derechos humanos -en tanto personas- que los acompañan en toda su trayectoria migratoria. Ahora bien, la realidad a nivel mundial muestra que estamos lejos de este ideal de fraternidad entre los seres humanos y de cooperación entre los estados, para resolver el drama que millones de migrantes viven en los países de origen antes de su partida, en los países de tránsito y en aquellos que somos receptores.

José Antonio Benítez Pineda, cmf (@benicmf)
Simpatizante del M+J