Apoyamos las propuestas políticas por un consumo saludable y sostenible

Desde M+J seguimos con mucho interés algunos de los desafíos más estratégicos a los que una sociedad no sostenible como la nuestra se enfrenta. Algunos son energéticos, otros económicos, otros ambientales y otros culturales. Muchos de esos desafíos han sido detectados técnica y políticamente y se encuentran señalados en los Objetivos de Desarrollo Sostenible; una agenda aprobada en 2015 por todos los jefes de Estado del planeta que claramente nos impulsa a modificar nuestros modelos de producción y consumo. Porque, nos guste o no reconocerlo, no nos estamos comportando de manera sostenible, y el futuro de las próximas generaciones está en grave riesgo. Seguir por donde vamos no es una opción real.

En lo referente al consumo y la alimentación algunos de los puntos vitales que lastran nuestra sostenibilidad son: i) la dependencia de los hidrocarburos en la producción y el transporte de alimentos, ii) la utilización masiva de fertilizantes de síntesis (muy demandantes en energía para su producción), iii) la contaminación generada por la agricultura y ganadería intensiva, iv) el abandono del medio rural, v) la utilización masiva de antibióticos en la ganadería y la generación de resistencias a enfermedades bacterianas en humanos, vi) la degradación de los suelos (que hipoteca producciones futuras), vii) la pérdida de biodiversidad tanto de especies productivas como de especies naturales, viii) el abandono acelerado de la dieta mediterránea en países como el nuestro (en España comemos un 20% de las legumbres que consumíamos en los años 60), ix) el incremento de la obesidad (supera ampliamente el 20%), x) el consumo excesivo de azúcares con los problemas de diabetes derivados, xi) el consumo excesivo de proteína animal, x) la pérdida y desperdicio de alimentos (que alcanza 1/3 de lo producido) …

En algunos de estos problemas mundiales España se encuentra a la cabeza, por ejemplo, en la utilización de antibióticos en la ganadería o el excesivo consumo de carne, donde triplicamos las necesidades nutricionales indicadas por la Organización Mundial de la Salud.

Aunque consigamos detectarlos no es fácil iniciar los caminos de transformación necesaria por múltiples motivos: i) temor a lo nuevo, ii) miedo a perder derechos/privilegios adquiridos, iii) desconfianza o inquina hacia las personas que promueven esos cambios, iv) pereza para cambiar, v) intereses económicos que quizás pudieran verse afectados…

A nuestro juicio, el actual Ministro de Consumo está poniendo sobre la mesa temas de suma importancia para la sostenibilidad de nuestras sociedades.

En línea con sus últimas propuestas, consideramos que la obesidad infantil, el consumo excesivo de bebidas azucaradas, la obsolescencia de los productos tecnológicos y el crecimiento exponencial de las apuestas deportivas en nuestros jóvenes son problemas de primera magnitud que nos afectan a cada uno de nosotros, a nuestras familias y en muchos de los casos a nuestros descendientes.

Apoyamos que las bebidas azucaradas y energéticas dejen de tener un IVA reducido y pasen a tener la fiscalidad de cualquier producto o servicio normal (21%), medida equivalente a otras de países vecinos (por cierto, el Ministro Montoro ya intentó algo parecido y fue frenado por el lobby azucarero).

Apoyamos un etiquetado nutricional de los alimentos (en línea con otros países europeos, para evitar la normalización del consumo de la comida chatarra),

Apoyamos la reciente campaña de Ministro Garzón alertándonos de que el consumo excesivo de carne tiene sus consecuencias tanto para nuestra salud como la del planeta, así como la realización de publicaciones divulgativas sobre alternativas económicamente razonables para una alimentación más saludable y sostenible;

Apoyamos que la garantía de los productos eléctricos pase de los 2 a los 3 años, incentivando la calidad de los mismos y su durabilidad (influyendo en la reducción de residuos y en la menor presión sobre los recursos naturales),

Y secundamos la regulación de la publicidad de las apuestas deportivas y de alimentos no saludables a la infancia.

Consideramos que cerrar los ojos a estas propuestas, con una manta de patriotismo autocomplaciente, no es bueno ni para el ciudadano, ni para la patria, ni para el sector agroalimentario.

Ahora bien, nos sorprende que un ministro denuncie en un periódico una práctica realizada en su país, y que los mecanismos legales y fiscales que tiene a disposición el gobierno para forzar esas buenas prácticas estén cuando menos retrasando su aplicación. Denunciarlo, sin emplear todos estos poderes al alcance, es un síntoma de debilidad política en el seno del gobierno que nos preocupa.

Pero nosotros no vamos a ir contra el mensajero. No perderemos tiempo y energías pidiendo la dimisión de políticos que legislen para dar pasos hacia un modelo de vida y de consumo más sostenible, menos contaminante, menos nocivo…

Es posible que muchas empresas pierdan ingresos al ver prohibidas o limitadas sus actividades por decisiones como la de vigilar y reducir la existencia de macrogranjas, pero seguro que nuestros pueblos, nuestra salud y nuestro planeta lo agradecen y otro tipo de ganadería es revalorizado.  Igual que con las restricciones en la publicidad de juegos de apuestas o de bebidas alcohólicas. Pero la tendencia al descenso en el consumo de estos productos es una buena noticia para nuestro sistema sanitario y para la salud y autoestima de nuestros jóvenes.

Así mismo, desde M+J queremos contribuir a evitar las descalificaciones gratuitas y viscerales a los políticos de otros partidos con objeto de obtener réditos políticos coyunturales y que solo consiguen crispar, paralizar… y crear mayores enfrentamientos entre las personas. Apostemos por tender puentes y profundizar así en una democracia verdaderamente útil que haga frente a los desafíos que tenemos por delante.

Partido Por Un Mundo Más Justo (M+J)