El escándalo del hambre en el mundo, año 2021. 

Miguel Pérez García, afiliado del M+J de Almería es, además, miembro de Manos Unidas en la Provincia de Almería. En el contexto de la Campaña contra el Hambre que la organización desarrolla a lo largo del mes de febrero, comparte con nosotros este texto en torno a la de este año. Sin lugar a dudas… nos habla del escándolo del hambre que tenemos la obligación de erradicar. También esa es parte de la razón de ser de nuestro partido.

 

Manos Unidas presenta su 62 Campaña contra el Hambre, bajo el lema “CONTAGIA SOLIDARIDAD PARA ACABAR CON EL HAMBRE”, ya que sabe que, en la búsqueda del “Bien Común” y la contribución de un mundo más justo, necesita el apoyo solidario de toda la sociedad, especialmente en estos tiempos de pandemia que está agravando una crisis ambiental, sanitaria y social sin precedentes.

 

Basta ver algunas cifras para ver la magnitud del problema, agravado por la crisis sanitaria mundial, sobre todo entre los más empobrecidos de la tierra:

  • Pobreza multidimensional: A los 1.300 millones de personas que la sufrían a principios de 2020 podrían sumarse este año 500 millones más a cusa de la pandemia (de los cuales el 84,5% viven en Asia del sur y África subsahariana)
  • Alimentación: En los últimos cinco años el hambre a nivel mundial ha vuelto a crecer y nos alejamos totalmente de los compromisos mundiales en esta materia de los ODS. Todas las cifras son siempre muy estimativas, pero el análisis de la FAO de 2020 –que ha cambiado la metodología con respecto al año anterior, lo que ha hecho que se haya revisado a la baja la cantidad absoluta, aunque no así la tendencia, que es claramente a aumentar- habla de, al menos,  690 millones de personas con hambre y que, posiblemente, lleguemos a los 800.
  • Salud: Según datos de la Organización Panamericana de Salud, en Latinoamérica y Caribe hay 21,4 médicos y 15,8 enfermeras cada 10.000 habitantes. Y en África subsahariana, hay 5 camas de UCI por cada millón de habitantes. La pandemia se suma a enfermedades mortales como el dengue, la malaria, la tuberculosis, el ébola o, en el caso de la infancia, la diarrea o la desnutrición.
  • Agua potable y saneamiento: Naciones Unidas informa de que 3.000 millones de personas (casi el 40% de la población mundial) no tienen agua potable para el lavado de manos, una medida elemental para luchar contra el virus.
  • Vivienda digna: Según ONU Hábitat, en los asentamientos marginales de las grandes ciudades, alrededor de 1.000 millones de personas viven hacinadas y con graves carencias de alimentos, agua, saneamiento, gestión de residuos o asistencia médica.

Estos datos deben llevarnos a la reflexión sobre el injusto reparto de la riqueza y el fracaso de un modelo globalizado de desarrollo, basado en la “cultura del descarte”, que es sostenido por el afán de confort con su “usar y tirar” propio de una economía centrada en el consumo en lugar de la persona. Nos encontramos con un mundo en el que (como nos recordaba el Papa Francisco en Laudato sí), los niveles sin precedentes de crecimiento económico, medios tecnológicos, recursos financieros y consumismo, conviven sin estupor con la miseria de millones de personas incapaces de vivir en condiciones acordes con su dignidad. La situación está empeorando hasta tal punto que, en palabras del Papa “un proyecto con grandes objetivos para el desarrollo de toda la humanidad hoy suena a delirio. Aumenta las distancias entre nosotros, y la marcha dura y lenta hacia un mundo unido y más justo, sufre un nuevo y drástico retroceso”.

“Los sentimientos de pertenencia a una misma humanidad se debilitan” donde “el sueño de construir juntos la justicia y la paz parce una utopía de otras épocas”. Y precisamente ante esta situación es donde Manos Unidas se propone llevar a cabo una campaña centrada en la solidaridad y el bien común, con el reto de acompañar a los más empobrecidos en la construcción de comunidades dignas. Delirio, desvarío, despropósito o disparate, podrán decir unos. Utopía, ingenuidad, quimera, ensoñación o alucinación otros. Esperanza y derecho a la esperanza, dice Manos Unidas, porque su fuerza descansa en la profunda convicción de que el cambio que nos dignifica a nosotros y dignifica a toda la humanidad… es posible. Porque, aunque parezca absurdo para muchos razonamientos humanos, “así es la esperanza –nos dice el Papa-: sorprende y abre horizontes, nos hace soñar lo inimaginable y lo realiza”.

Por todo esto desde Manos unidas se denuncia:

  • Que las cifras del hambre y la pobreza han empeorado a causa de la actual pandemia, y que las comunidades más vulnerables no tendrán asegurado el acceso a las vacunas para afrentarlo.
  • Que la crisis sanitaria del coronavirus ha encontrado a la humanidad ya inmersa en una alarmante crisis medioambiental, vinculada especialmente tanto con el cambio climático como con el uso abusivo de los recursos naturales, y que incide especialmente en las comunidades más vulnerables del Sur.
  • Que los grandes principios, como el bien común, el respeto a los demás, la justicia o la solidaridad quedan relegados y, con ellos, las víctimas de la pobreza, la crisis medioambiental y las pandemias globales.

Esta experiencia dramática del coronavirus nos lleva a reafirmar con mayor firmeza la dignidad de todo ser humano y sus derechos; la necesidad de generar nuevos estilos de vida solidarios; la urgencia, desde la política y la economía, de crear condiciones de vida más humanas, centradas en la dignidad de cada persona y el bien común. Para ello debemos profundizar en el sentido de solidaridad universal, como una exigencia de nuestra dignidad humana compartida, y el deber de que, cada ser humano, según sus circunstancias, sea responsable de todos los demás. Supone anteponer el “nosotros” frente a una lógica miope del interés privado; renunciar personalmente, sacrificarnos por el bien colectivo y poner a disposición de los demás los recursos necesarios para mejorar las condiciones de vida de las comunidades más desfavorecidas.

A modo de conclusión podemos decir que, sólo con la participación de todos es posible caminar hacia un mundo donde los derechos humanos dejen de ser una declaración de intenciones para convertirse en justa realidad. Es lo que demandan los socios locales de Manos Unidas y las comunidades a las que representan. Depende de todos y de cada uno de nosotros. Y juntos lo conseguiremos.

 

Miguel Pérez García, Presidente Delegado de Manos Unidas en Almería, afiliado del Partido Por Un Mundo Más Justo