Rescoldo de una cena  

Ayer conocímos a Ussa Saidi, es un chico guapo, simpático, amable, alegre, el quinto hijo de  una familia de pescadores, en un país dónde es difícil ver el futuro. Él trabaja desde los  ocho años.

En su pueblo les han hablado de la ciudad del más allá. Allí dónde la vida es más fácil. A  los doce años, con su mejor amigo Ismael, su hermano y otros del pueblo montan una  patera y deciden ir a la aventura.

La policía marroquí los detiene, les confisca todo lo que tienen y los devuelve a su  pueblo. A los catorce años lo vuelven a intentar con el mismo resultado, sin embargo,  han aprendido la lección. A los dieciséis años lo vuelven a intentar, esta vez han  conseguido 390€ con los que sobornar a la policía y van dirección al norte.

Llegan a Tarifa y se dejan arrestar, son menores, son menas, no los pueden deportar,  ingresan en un centro de menores, pero el trato no es el que esperaban, a los pocos días  se escapan y les detienen por dos ocasiones.

Al final consiguen salir, no tienen papeles, ni pasaporte, les han cogido el teléfono, no  pueden avisar a la familia de que están bien. Dependen de la generosidad de otros como  ellos, están solos en un país sin arraigo, no hablan español, sólo árabe.

Sólo pueden trabajar en el campo, no existen, no tienen derechos, con lo poco que gana consigue el dinero para comprar un teléfono y llamar a su casa, su madre está muy  preocupada, tres de los cinco hijos han viajado a la ciudad del más allá, sin embargo,  están separados, solos, viven en la intemperie, tres días en un albergue, la calle.

Un día, decide viajar al norte, coge dos autobuses para llegar a Pamplona, de ahí a la  policía para que le envíen a Marcilla, al centro de menores. Allí su vida empieza a tener  otro color, aprende castellano y consigue que le destinen a un piso, gracias a su interés  por aportar lo poco que tiene al país que le acoge.

Finalmente consigue el pasaporte, le dan papeles (la residencia), sin permiso de trabajo,  como es menor no tiene el papel de que debe abandonar el estado en 90 días. Algunos  tienen que pagar para que los empadronen, algunos tienen que pagar para que les hagan  un contrato.

Decide estudiar electricidad, soldadura, construcción y consigue que le contraten y le  den un permiso temporal de trabajo. Es un gran cambio, ya tiene un poco de autonomía,  ya puede enviar dinero a sus padres.

A veces surgen colaboraciones con proyectos para apoyar a menores migrantes, donde  Ussa se convierte en un referente; la pena es que no puede dedicarse a ello por  completo, porque los contratos son de corta duración y de media jornada.

Actualmente tiene 23 años, cuatro trabajos y considera que está bien. Trabaja de  mañana, tarde y noche, pero puede empezar a soñar. Su ilusión es tener un solo trabajo  a tiempo completo. Ayer le ofrecieron un trabajo a tiempo completo en una  hamburguesería, podrá tener un solo trabajo, al final, después de seis años y medio ha  logrado algo más de libertad, para él es suficiente.

¡Cuánto talento desperdiciado!

Este mundo no es justo, hay héroes como Ussa que consiguen sobrevivir, maestros de la  esperanza, de la ilusión y de la resiliencia.

عليكم السالم” Salam Aleikum” Ussa que Alá el misericordioso te colme de bendiciones. “Gracias Dios mío por el gran regalo de poner a Ussa en mi camino”.

Arancha Munarriz, Rocío Setuain y Josep M. Valls(ed.) (M+J Navarra)

 

Partido Por Un Mundo Más Justo

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