Shad no ha muerto “ por nada”

No es la primera vez que algo me hace recordar la imagen de un libro publicado en la década de los 70. Su autor, el político vasco Joseba Elosegui, eligió para la portada la foto de un hombre envuelto en llamas, aún vivo. El título era “Quiero morir por algo”.

Recuerdo esa imagen y el título del libro, como algo que me impactó en aquellos años de adolescencia, ya que me era difícil entender lo mucho que tenía que creer alguien en algo como para quemarse a lo bonzo en señal de protesta.

Leyendo la noticia de la muerte de Shad Karim, el joven migrante sin papeles de tan sólo 22 años que falleció el pasado día 14 volví a recordar esa portada. El caso de Karim es aún más triste e impactante. Él, estaba preparado para morir ahogado cuando se despidió de su familia el pasado mes de octubre y, a bordo de unos débiles maderos, llegó a Canarias, por seguir un sueño y  buscar algo de esa vida que a nosotros nos tocó en suerte.

Morir en el mar, entraba dentro de lo posible. Lo sabían él y su familia. Pero, en esa lucha desigual con el mar, Karim venció. Alcanzó la costa de Canarias.. Sin embargo, nunca recogió el premio que iba buscando, el de una vida mejor. Al contrario, no podía imaginar que lo peor estaba por llegar. A miles de kilómetros de los suyos, una agonía lenta y dolorosa le esperaba en un centro de acogida. Para esto nadie está preparado.

Ahora se analizarán las condiciones del centro, si tenían medidas adecuadas, si en este caso se actuó con diligencia, sí Karim padecía alguna enfermedad mortal, si le acompañaba gente, etc… Habrá que buscar responsables… Y, muy posiblemente, todo ello se intentará rentabilizar desde la peor política. Pero mi pensamiento de hoy va dirigido, por encima de todo, al dolor de la familia de Karim. Cómo explicarle a su madre que, quien venció al destino de morir ahogado, ha encontrado la muerte de esta forma.

Leyendo la crónica de sus últimas horas, parece deducirse la posibilidad de la soledad en la que agonizó Karim. Y es que, muchos de esos jóvenes migrantes, se sienten durante mucho tiempo solos, invisibles en la sociedad que eligieron para vivir.

En su dura realidad, Karim, joven inmigrante sin documentación ni “papeles”, sabe que no es persona como los demás, es “nadie”, y como nadie que fue para nosotros, Karim aceptó morir por un sueño, pero murió por nada… porque le hicimos sentir que no era nada.

Antonio J. Pérez, Coordinador Local de M+J Sevilla