Una reflexión sobre lo comunitario.
Estos días en los que Filomena ha azotado Madrid y buena parte de España, he observado iniciativas de la sociedad civil que además de alegrarme y esperanzarme, me han hecho pensar y releer acerca de lo comunitario.
El hecho ha sido que el temporal ha sobrepasado a nuestras administraciones públicas.
Ha sido la respuesta a esto lo que me hace reflexionar “en voz alta”.
Los vecinos del barrio en el que vivo pronto se dieron cuenta que si no eran ellos los que se organizaban en turnos, conseguían palas y se ponían a trabajar duro para desbloquear sus portales, sus aceras, sus calles… no lo iba a hacer nadie por ellos. De pronto, afloró un sentimiento de pertenencia, de identidad. Los portales, las calles, las aceras, los cubos de basuras, la parroquia, los vecinos… se convirtieron en mi portal, mi calle, mi acera… o lo que es mejor, nuestros cubos de basura, nuestra parroquia, nuestros vecinos…
Hablo de mi barrio porque no he salido de él en estos días pero es obvio que esto ha sucedido en muchos. Al igual que ha habido muchos ciudadanos que en vez de dejar el 4×4 en su garaje, han decidido ponerlo al servicio de los que más lo necesitaban. Y así, miles de sanitarios han llegado a trabajar a sus hospitales y centros sanitarios. Por esta iniciativa, varias mujeres han podido dar a luz en hospitales con todas las garantías sanitarias.
Sin salir de mi barrio he visto como dos grupos diferentes de scouts se ponían al servicio de todos y formando sus famosas cadenas han conseguido limpiar las calles, los accesos a la parroquia, los pasos de peatones, las entradas de varios colegios, los bancos para que pudiéramos seguir sentándonos a contemplar la belleza del barrio nevado.
Estoy seguro que hay cientos de iniciativas comunitarias más de las que estar orgullosos como sociedad.
Mi reflexión no quiere poner el foco en la capacidad de prevención y de respuesta que tenemos como estado, comunidad autónoma o municipio.
Es ampliamente debatible cómo hemos procedido antes, durante y después frente a Filomena. Mi reflexión quiere poner el foco en la respuesta de la sociedad civil, en nuestra capacidad de organizarnos y trabajar sacrificadamente por el bien común sin esperar nada a cambio.
¿Es potenciable nuestra sociedad civil? ¿Cómo la podemos fortalecer? ¿Servirá para que las administraciones públicas se desentiendan de nosotros? ¿Nos hará más libres o nos esclavizará?
Creo que muchas veces nos confundimos y no diferenciamos bien nuestros derechos y nuestros deberes como ciudadanos. Y creo también que la pandemia y ahora Filomena nos tiene que ayudar a resituarnos.
El pensamiento comunitario surge a finales del siglo XX en el continente americano. Su propuesta es fortalecer al máximo la sociedad civil, proponiendo dejar de poner todo el foco solamente en el individuo para que ganen protagonismo las comunidades. El comunitarismo pretende que la ciudadanía participe más activamente en la sociedad, quiere crear una conciencia de ciudadanía global plena de derechos y responsable de sus obligaciones.
A Charles Taylor (pensador comunitarista) les saltan las alarmas al contemplar como el ciudadano se recluye en la vida privada, y reflexiona lo siguiente: “cuando disminuye la participación del ciudadano individual se queda solo frente al vasto estado burocrático y se siente, con razón, impotente. Con ello, el ciudadano se desmotiva aún más, y se cierra el círculo vicioso del despotismo blando” (término acuñado por Alexis de Tocqueville).
¿Nos puede estar pasando esto que dice Taylor?
El 2021 empieza parecido a como acabó el 2020… con una clara incertidumbre. Me pregunto si ésta no conllevará una llamada fuerte a pasar de la lógica del individuo a la de la comunidad.
¿Será el momento de dar un paso al frente y participar más activamente en nuestra sociedad?
¿Y si no eliminamos los grupos de whatsapp que nos han hecho salir de nuestras casas para construir comunitariamente un trocito del mundo mejor?
¿Y si los 4×4 ahora van a la La Cañada Real cargados de cariño, compañía, trabajo y acogida?
¿Y si hacemos turnos para acompañar a las personas sin hogar de nuestros barrios?
¿Y si sacamos tiempo de calidad para visitar a ese vecino mayor que tanto tiempo pasa solo?
¿Y si…?
Álvaro Galera Arias, afiliado de M+J, Madrid.