Apostamos por la Seguridad Alimentaria, la erradicación de la malnutrición y el combate a la obesidad. 

En El País el pasado 16 de abril, Máximo Torero, economista jefe de la Organización para la Agricultura y la Alimentación para las Naciones Unidas (FAO), nos indicó que se ha perdido una década en la lucha contra la pobreza extrema con el consiguiente aumento de la desnutrición.  Y ello por diversas causas, pero la principal es la desigualdad de renta.

Ante el embate del Covid, la resiliencia es el valor en alza y a la par el énfasis se halla en la ayuda directa, la alimentación escolar, el apoyo a la agricultura local y el empoderamiento de las mujeres y los jóvenes. Y aquí radica el posicionamiento de M+J.

 

1. El actual aumento del precio de los alimentos debe combatirse con medidas contundentes de seguridad alimentaria.

La vertiginosa subida del 39,7 % de los precios de los alimentos en el último año ha hecho entrar en pánico a los analistas ante la gran ola de inflación que se avecina (1).

Con el despliegue de las vacunas, la reapertura de la economía mundial aviva la demanda de las materias primas y ello alcanza a los precios de la producción de alimentos. La incorporación paulatina de China a los hábitos de consumo al mismo nivel de los países con alto índice de desarrollo humano, también genera un aumento en la demanda mundial de alimentos provocando una subida de los precios.

Además, existen tensiones inflacionistas coyunturales por el lado de la producción (oferta). La pandemia del Covid ha provocado cuellos de botella en los canales de distribución de las materias primas, escasez de contenedores, etc… que han contribuido al aumento en los costes de producción, lo que se ha traducido en un aumento en los precios finales.

Para los profanos en la materia y que observamos como aumenta el precio de la cesta de la compra, nuestra primera reacción consiste en reclamar que se adopten medidas para controlar los precios fijando un precio máximo o subvencionar a los agricultores para que aumenten la producción y así cubrir el exceso de demanda. Ahora bien, si profundizamos en el tema, vemos que no existe escasez en general de existencias de materias primeras alimenticias ni perspectivas de escasez como podemos observar por ejemplo en el gráfico facilitado por la FAO con respecto a los cereales.

Las existencias de cereales previstas para el año 2022 se situarán en 811 millones de toneladas. Del conjunto de los 2826 millones de toneladas de producción en cereales para el 2022, se destinarán propiamente al comercio mundial 468 millones, de los cuales se pronostica que se incrementarán en 30 millones los destinados a China.

Concluimos, por tanto, que la inflación actual es fundamentalmente consecuencia de las dificultades coyunturales que la pandemia del Covid ha provocado en la producción de alimentos –a las que se le suman otras inherentes al sistema capitalista, como la falta de control político sobre los mercados- y que este aumento de los precios de los alimentos está complicando el acceso a la alimentación a aquellas poblaciones ya afectadas por el hambre, lo que ha incrementado la población mundial desnutrida en 132 millones de personas, alcanzando los 872 millones.

El incremento de los precios de los alimentos es un fenómeno que afecta fundamentalmente a los más vulnerables, a los pobres, ya sean de países con bajo IDH (Índice de Desarrollo Humano) o con alto.

Ante esta situación, la resiliencia, es decir, la capacidad de responder en caso de desastres, se convierte en la estrategia clave a seguir, mediante medidas favorables a la Seguridad alimentaria.

En todo este contexto, será muy relevante la Cumbre de Sistemas Alimentarios que se celebra este otoño en Nueva York convocada por el Secretario General de las naciones Unidas, donde esperamos se tomen medidas contundentes que garanticen el acceso a alimentos de las poblaciones más vulnerables, tanto de países de rentas altas como de países empobrecidos.

 

2. Las ayudas internas de los países desarrollados que interfieren en el mercado debe terminarse.

La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), organización compuesta por 194 países y una organización miembro, la Unión Europea, se fundó en 1945. 20 acciones interconectadas marcan actualmente su agenda para transformar la alimentación y la agricultura y así alcanzar en 2030 los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Las recomendaciones de la FAO deben lidiar con los acuerdos previos de otra organización, la OMC, la Organización Mundial de Comercio.

La OMC (Organización Mundial del Comercio) la conforman 164 países. Los acuerdos entre los gobiernos de dos o más países, consisten en una serie de compromisos. El horizonte a alcanzar es la liberalización completa del comercio internacional (supresión de aranceles aduaneros, de las subvenciones a la exportación y de las subvenciones a la producción). Al final del trayecto solo se admiten las ayudas directas al consumidor y en determinados conceptos al productor. Estas ayudas admitidas en la terminología de la OMC son las contenidas en el compartimento verde.

Pero la resistencia que ofrecen los “países del Norte” a retirar dichas subvenciones persiste.  Entre el año 2016-2018 los agricultores de zona OCDE recibieron 235.000 millones de $ en subvenciones de los cuales 121.000 millones fueron intervenciones muy distorsionadoras (compartimento ámbar).

Un ejemplo de ayuda directa que debe reducirse son las ayudas para compra de gasoil o fuel destinado a los barcos de la flota pesquera noruega. El apoyo directo se calcula en 8000 dólares anuales por pescador. Ello permite que navíos descomunales efectúen ingentes capturas abusivas en las lejanas costas de Mauritania, Senegal y Mali. La acción conjunta de Noruega y de otros países conlleva que los bancos de sardinas y otras especies prácticamente se estén agotando. Las capturas se transforman en harina y aceite de pescado con los cuales alimentar el salmón de noruega criado en cautividad y destinado al consumo interno y a la exportación.

Las consecuencias son desempleo y desnutrición en la población de la costa noroccidental de África que, ante la falta de perspectivas en sus países, sueña con alcanzar las costas de Europa en sus cayucos.

 

3. Se debe apostar por el empoderamiento de la mujer como mecanismo eficaz para garantizar, entre otras cosas, la adecuada alimentación de la infancia.

Apoyamos la estrategia puesta en marcha por la FAO consistente en la puesta en marcha de ayudas directas que disminuyen las desigualdades de renta en países con altas tasas de pobreza extrema y que le han reportado éxito en el combate contra la misma. En primer lugar, los programas de alimentación escolar y en segundo, el apoyo a la producción local. Y el mayor éxito, la fusión de ambas. A ello cabe añadir, las campañas que la FAO ha llevado a cabo para un mayor empoderamiento femenino y de los jóvenes, puesto que la práctica ha permitido ver que, quien se responsabiliza de la alimentación de la infancia es la mujer –si bien también aspiramos a que los roles de género no se perpetúen y se reduzca el papel de la mujer a los cuidados y el ámbito familiar-, y no solo en la preparación sino también en la producción de los alimentos que se consumen en el hogar. El hombre se ha dedicado a la producción de alimentos destinados al mercado en el cual se monetiza la venta, pero este tipo de producción no repercute significativamente en la mejora de la nutrición de la población, con independencia de que sea una fuente de divisas para un país del Sur exportador.

 

4. Una adecuada alimentación escolar es clave para luchar contra la malnutrición y la obesidad infantil.

Desde el punto de vista educativo, tanto en los países de rentas altas como en los de rentas bajas, la alimentación escolar es importante para disminuir el absentismo escolar, mejorar el rendimiento académico y mejorar la salud nutricional para luchar contra la malnutrición y contra la obesidad infantil.

Finlandia es un país paradigmático en la manera en la que ha estructurado la alimentación escolar, basada en alimentos locales, lo que ha supuesto un apoyo muy importante para los productores locales, que han creado una densa red de suministros alrededor de las escuelas donde a la vez se guisa en las propias cocinas.

En España, es interesante el estudio de Delcampoalcole.org que, en su guía “La alimentación escolar en España” denuncia que el sector de la alimentación en la escuela está dominado por 4 empresas de catering que actúan de forma oligopolística. Esta organización defiende los Comedores escolares como herramienta fundamental para un modelo sostenible, de proximidad, justo y acorde con las directrices europeas.

Dado el efecto perturbador que los excedentes alimenticios de los países “ricos” provocan en el mercado internacional, apartando del comercio a los pequeños productores locales de los países empobrecidos, la FAO apoya cada vez más que los Comedores escolares en estos países sean provistos por la red de agricultores locales, entre otros motivos, para conseguir cierta autosuficiencia.

 

5. Conclusiones y propuestas

El importante incremento del precio de los alimentos en el mercado internacional está provocando un aumento dramático en el número de personas que pasa hambre en el mundo. Para asegurar el acceso a una alimentación adecuada para toda la población mundial, consideramos vitales las siguientes medidas:

1.– Combatir la subida de precios de los alimentos mediante la puesta en marcha de medidas efectivas en los países en vías de desarrollo que garanticen la soberanía alimentaria, que deberán ser acordadas en la Cumbre de Sistemas Alimentarios que tendrá lugar en otoño en Nueva York.

2.– Poner fin a las ayudas directas de los países con alto IDH que distorsionan el funcionamiento del mercado mundial de alimentos. Y en particular, terminar con las ayudas noruegas a los navíos pesqueros.

3.– Impulsar la estrategia de la FAO de empoderamiento de la mujer, especialmente en los países con bajo IDH, para garantizar la adecuada alimentación de la infancia.

4.– Potenciar la creación de redes de productores de proximidad que suministren productos orgánicos a los Comedores escolares.

 

Grupo de Macroeconomía de Por Un Mundo Más Justo