
Macrogranjas: el modelo agroalimentario que nos envenena.
Agua envenenada; ese es uno de los legados de las macrogranjas. Se conoce que más del 50% del agua subterránea de nuestro país está contaminada por nitratos, porcentaje que sigue aumentando y que está provocando que pueblos de nuestro país no tengan ya agua potable.
Y es que, lejos de proporcionar un desarrollo sostenible al territorio, la industria de las macrogranjas es altamente contaminante, y condena a la población y a su entorno a un deterioro cuyos problemas y consecuencias son evidentes y conocidos en todo el mundo. A pesar de saber las implicaciones de la implantación de esta industria, España sigue ampliando la cabaña porcina saltándose la normativa europea de emisiones de amoniaco al aire y vertidos de nitratos al agua, veneno que pone en peligro nuestro suministro de agua potable, el aire que respiramos, el paisaje, el medio rural y muchas de las formas de vida de estos lugares que se encuentran con un importante riesgo de despoblación. De hecho, a finales del año 2021, la Comisión Europea denunció a España ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, por no cumplir con la legislación sobre la contaminación por nitratos, saltándose los requisitos establecidos en el Pacto Verde Europeo.
Para aquellos que aún vivan más ajenos a lo que supone, estos son algunos de los efectos negativos que generan las macrogranjas (puedes tener más información en este informe elaborado en 2021 por Greenpeace:
- La descomposición de los purines (desechos) emite gases contaminantes como el metano, el amoniaco y el óxido nitroso, gases de efecto invernadero que acentúan el cambio climático;
- Los purines se almacenan en grandes balsas, no siempre bien impermeabilizadas, y se utilizan como abono para las tierras, que en exceso contaminan el suelo y las aguas subterráneas, siendo este un problema irreversible;
- Las macrogranjas no favorecen la actividad económica en pueblos pequeños; son granjas muy automatizadas, por lo que necesitan pocos trabajadores. Además, se fomenta una industria nada sostenible con el entorno;
- El consumo de una gran cantidad de agua, en una España azotada por la sequía. Se calcula que un cerdo consume una media de 12 litros diarios, a lo que se debe sumar una cantidad de agua mayor para limpiar las instalaciones;
- El maltrato animal, que se traduce en las condiciones de vida en la que subsisten los animales: hacinamiento, hiperhormonación, ausencia de actividad física…
- Por otro lado, parece que el futuro de la sostenibilidad del planeta pasa por moderar el consumo de carne y no impulsarlo;
- Además, España ya es un gran exportador de carne de cerdo, en parte por el freno que se dio a la carne de China por la peste porcina, pero dicho freno ya está desapareciendo y muchos analistas indican que estamos cerca de que reviente la burbuja de la producción porcina en España, con todo lo que ello puede suponer;
- Todo anterior obliga a estabilizar la producción nacional, priorizando la que esté más vinculada al tejido social rural, que no es precisamente la proveniente de las macrogranjas;
- El sector porcino intensivo es profundamente dependiente de las importaciones de soja y cereales especialmente de América (con su impacto amazónico) y en contextos de altos precios de las materias primas y del comercio marítimo sus sostenibilidad es bien dudosa (y cuando no lo sea acabarán pidiendo ayudas públicas para mantenerse).
Con todo, desde el Partido Por Un Mundo Más Justo somos conscientes de que la complejidad de los sectores ganaderos, el cambio de modelo productivo, así como la problemática ambiental, hacen necesaria una adaptación a las directivas europeas y una constante revisión del marco normativo de la ganadería, asegurando que el modelo de actividad ganadera no dé lugar a un deterioro de la calidad del suelo, las aguas superficiales y subterráneas, así como de la calidad de vida de la población y sus valores ambientales. Como alguna persona que conoce bien la situación nos confesaba: “¿Quién quiere vivir en un pueblo donde no hay agua, huele mal y está plagado de moscas?”. Y es que, cuando hablamos de crisis climática y despoblación, hablamos de una crisis ecológica muy amplia que tiene que ver con la relación con el medio natural y, por ende, con el medio rural. A modo de ejemplo de los cambios provocados por esta crisis, recordemos que, en el pasado, la mayoría de las granjas estaban en manos de pequeñas explotaciones familiares…
Esta situación ocurre en muchos pueblos de España y otros lugares de Europa, provocando que el rechazo social a las macrogranjas siga aumentando, aunque ningún país haya tomado medidas significativas para prohibirlas o controlar su actividad.
Un ejemplo paradigmático en Granada: hacia el macrocebadero porcino más grande de España
El pasado miércoles 12 de agosto tuvo lugar en el municipio de Cuevas del Campo (Granada) una concentración, promovida por la Plataforma por la Protección de la Ribera del Guadiana Menor, en rechazo al macrocebadero porcino más grande de España, proyectado en Dehesas de Guadix.
En su denuncia –avalada por empresarios y propietarios locales-, dicha Plataforma recordaba que “esta problemática no entiende de colores y nos vemos afectados todos y todas por igual. Entendemos que la unión hace la fuerza, y ahora más que nunca, hay que mantenerse unidos para hacer frente a la amenaza que acecha nuestros pueblos, al Geoparque de Granada y al medio ambiente en general”.
Y es que, el enorme crecimiento que están experimentando los sectores porcino y avícola a nivel nacional, está provocando que también aumenten considerablemente en la provincia de Granada (aquí puedes ver un informe relativo a la situación en las comarcas granadinas de Huéscar y Baza, a modo de ejemplo) . En el sector porcino, un factor a tener en cuenta, es la cercanía a la Comunidad de Murcia, donde se encuentran las industrias de comercialización y transformación del producto, y que, históricamente, ha sido la autonomía que ha controlado el sector en el sureste español. El número desorbitado de explotaciones y cabezas que tiene esta comunidad, junto a la provincia de Almería, ha hecho que se esté desplazando la producción hacia las provincias de Granada y Albacete.
Así, las explotaciones dedicadas a la Ganadería Intensiva en la Provincia de Granada están experimentando un incremento significativo en los últimos años. La provincia cuenta con 110 granjas porcinas con 241.942 cerdos y 188 granjas avícolas con 3.362.749 pollos. Destacando el municipio de Castilléjar, el que tiene más granjas avícolas y porcinas en funcionamiento, un total de 21 (12 porcinas y 9 avícolas).
Ante esta situación, el Partido Por Un Mundo Más Justo, alerta sobre la problemática de la implantación de macrogranjas, y el peligro que conlleva para el medio rural, sobre todo para aquellos que se encuentran en riesgo de despoblación.
Por ello, pedimos el apoyo de la población en general y de las administraciones públicas, así como un gran pacto entre todas las fuerzas políticas –más allá de la ideología de cada una-, para hacer frente a este modelo agroalimentario que enriquece a unos pocos y empobrece a una gran parte de la población. Como partido que apuesta por una sociedad cohesionada, solidaria y sostenible, creemos que estamos a tiempo de evitar un legado irreversible para las generaciones futuras: una España envenenada.
Partido Por Un Mundo Más Justo Andalucía y Equipo de Ecología de M+J