Elecciones a la Presidencia de Estados Unido: Una oportunidad para cambiar la forma y el fondo.
Cada 4 años, coincidiendo con el año olímpico, el primer martes de noviembre se celebran las elecciones a la Presidencia de los Estados Unidos. Siempre son importantes y parecen decisivas, por las dialécticas que suelen generarse y por el poder que tiene ese país en lo político (derecho a veto en el Consejo de Seguridad de la Naciones Unidas), económico (empresas transnacionales como Microsoft, Apple, Coca Cola, Amazón, Uber, McDonalds …), militar (primera potencia mundial) y mediático-cultural (Hollywood, Twitter, Facebook, Netflix, Nba…). Pese a sus 330 millones de habitantes, que es menos del 5% de la población mundial, su influencia ha sido decisiva en el desarrollo del mundo que conocemos, para lo bueno y para lo malo, en el último siglo y medio.
Llegábamos a estas elecciones en modo casi plebiscitario sobre la persona de Donald Trump, su acción y formas.
Trump llegó a la presidencia de Estados Unidos poniendo en descrédito a las instituciones y se va de la misma forma, al no aceptar de momento la derrota. Su estilo político durante su presidencia ha estado marcado por la exaltación de la diferencia, la soberbia, el desprecio y la humillación del contrario.
Su administración ha mantenido bajo mínimos a los organismo multilaterales (manteniéndose fuera de la UNESCO y saliéndose de la Organización Mundial de la Salud en el momento que era más necesario su respaldo), ha desactivado la agenda de cooperación internacional, ha impedido el desarrollo de los acuerdos de París contra el Cambio Climático, ha fomentado un clima de malos modos y del “todo vale” en el ámbito internacional, y quizás lo más peligroso, ha servido de ejemplo y de soporte a toda una corriente internacional de vuelta al “nosotros primero”.
Naturalmente, existen muchas cuestiones que deben ser analizadas más a fondo. Sin duda, entre los millones de personas que hoy siguen votando a Trump también hay mucha gente que protesta frente a un sistema económico mundial que está generando desempleo, desigualdad y exclusión en Estados Unidos, y en todos los países del mundo. Realidad que está siendo usada por muchos movimientos populistas para enfrentar a los empobrecidos nacionales contra los excluidos extranjeros.
Aunque el resultado final de las elecciones tendrá que dictaminarlo finalmente los jueces, son ya muchos los países, instituciones y administraciones que han felicitado a Biden como ganador y próximo presidente de los EEUU.
Saludamos al presidente electo Joe Biden, queriendo confiar en que tanto en las formas como en el fondo se dé una transformación significativa en su Administración. Las formas son básicas en democracia y suelen estar muy vinculadas con el fondo. Humildad, respeto y búsqueda del interés general, dentro y fuera de las fronteras estadunidense, debería de ser su estandarte. Esperamos quiera acercarse a otros modelos que son referentes para nosotros en el abordaje de los problemas globales como José Mujica o el Papa Francisco.
Nos gustaría que en Estados Unidos se reconozcan los resultados con normalidad democrática en los próximos días y se produzca una transición civilizada. Nos gustaría que la nueva Administración evolucione en sus posicionamientos de política internacional con una apuesta nítida por los Objetivos de Desarrollo Sostenible, por la agenda ambiental, por el fomento de una cultura de paz y de espíritu cooperativo internacional. Lo cual tendrá que pasar por un necesario fortalecimiento y reforma de las Naciones Unidas.
Felicitaciones al presidente electo Biden y a la vicepresidenta Kamala Harris. Su tarea y responsabilidad es muy alta. La de cada uno de nosotros también en nuestra acción humana y política diaria. Hoy tenemos un motivo más de esperanza. Este 2020 es una oportunidad de repensarnos, de ir cociendo ladrillos sólidos y preparar los cimientos de un planeta más justo. Trabajemos para establecer una mayor equidad social y un equilibrio ambiental real, hay mucho camino por delante.