Una historia real de migración en Centroámerica

7 de Julio de 2022. Cruzando Guatemala camino de Chiapas en buses populares. La policía guatemalteca para el bus y pide la documentación. Con mi pasaporte español sin demasiados problemas, aunque al policía le cueste localizar el sello en regla. Un señor de mediana edad, tres mujeres de entre 20 y 35 años y un chavalito joven son obligados a bajar.

Foto de los migrantes hondureños en el bus pasado Huehuetenango

Bajan tristes, preocupados, son Hondureños, pretenden llegar a los Estados Unidos. 5 minutos después vuelven a subir, se atisba alguna sonrisa en sus rostros. Una hora después nuevo control de la policía Guatemalteca.

Mi pasaporte lo interpretan con menos problemas, los cinco Hondureños vuelven a bajar del bus. Sus rostros son inertes y pasivos, también al subirse minutos después. Sigue la ruta entre curvas por la Carretera Panamericana, herida por las últimas tormentas y desprendimientos. Nuevo control, enseño mi pasaporte, los cinco Hondureños deben bajar y suben minutos después sin mayor expresión en sus rostros.

Cambiamos de bus en Huehuetenango y seguimos el camino; esta vez sentados justo detrás de ellos. La policía guatemalteca vuelve a pararnos. Enseño mi pasaporte, los Hondureños su documento de identidad, legales ambos para poder viajar libremente a través de Centroamérica; pero la policía vuelve a pedirles que bajen.

 

El recorrido que he compartido con los migrantes Hondureños en el que pasamos los cuatro controles policiales descritos

Esta vez les sigo con la mirada. Veo como medio escondidos junto a la patrulla policial uno a uno se meten las manos en los bolsillos y van entregando a un policía, que se permite bromear, unos cuantos billetes. Vuelven al autobús mientras los policías se hacen los simpáticos con una de las jóvenes. El bus arranca y ella se despide con una peineta al aire desahogando su rabia.

Nos acercamos a la frontera con México de la Mesilla. El bus se queda casi vacío. Los cinco Hondureños descienden como Geraldina me anticipó horas antes.

Les espera un camino tortuoso; buscar un punto ciego en una falsa frontera entre hermanos mayas; luego 3.000 km a través de México, posiblemente escondidos en un tráiler, el arriesgado paso por el desierto y, si todo va bien, un trabajo para aquello en lo que sean demandados. Impotencia y rabia. Qué fácil resulta aprovecharse de los más débiles y hasta criminalizarlos.

El probable camino total a recorrer por ellos desde su origen a su destino probable

Arturo Angulo, afiliado de M+J